¿Por qué cuando vemos Bricomanía parece tan fácil fabricar un armario de luna y luego no somos capaces de montar una simple mesita de IKEA? ¿Cuántas veces tus “cupcakes” han salido con la misma pinta pintona que los de Alma Obregón? ¿Has probado a diseñarte y coserte tu propia ropa? la verdad es que podríamos pasarnos un buen rato haciéndonos preguntas similares y todas tendrían la misma respuesta: ellos son profesionales y tú te dedicas a otra cosa…pues con el diseño pasa exactamente lo mismo.
Cuantas veces has pensado o dicho: «Tengo un amigo que sabe de diseño» «En Internet puedo bajarme algo, de momento tiro con esto y si eso más adelante ya…» No nos engañemos, a la hora de invertir todos los recursos van para el local, la maquinaria… y pocas veces para el desarrollo profesional de la marca.
A poco que bichées por Internet te encontrarás con afirmaciones como que la imagen de un producto influye en el 78% de los consumidores y que un 98% de estos, ante un nuevo producto, basarán su elección en la apariencia de éste. Vale, no seremos nosotros quienes digamos que esto puede ser un pelín exagerado, pero de lo que no cabe duda es que la marca es una de las partes más importantes y potentes de cualquier empresa ya que :
1º Ayuda a dar a conocer tu negocio, producto, servicio…
2º Te diferencia del resto.
3º Hace que el público consumidor pueda hacerse una idea de como va a ser tu empresa (un ejemplo rápido, ¿Cómo te imaginas las oficinas de Apple? pues eso es gracias en un elevado porcentaje a su marca e imagen corporativa)
Siguiendo un orden, deberíamos afirmar que el Logotipo es la semilla de la identidad corporativa del que surgirá el resto de elementos de la imagen de la empresa, como puede ser la página web, papelería corporativa (tarjetas, facturas, sobres), firma digital, packaging, cartelería, avatares para RRSS…entonces si nuestro logo no es correcto: «Houston tienes un problema».
¿Que se entiende por un diseño profesional?
Que un diseño sea profesional no significa que sea el mejor diseño sino el adecuado y para ello son necesarias dos cosas:
– Por el lado del cliente, un buen briefing que refleje las características y lo que quiere transmitir la empresa.
– Por el lado del diseñador, que tenga la formación, conocimientos y técnica para ejecutar correctamente las necesidades del cliente.
Un diseñador (gráfico, web…) además de tener facilidad para estas cosas (que por lo visto es lo único que todo el mundo piensa que tenemos) ha tenido que prepararse para diseñar. ¿O pensáis que los cirujanos son cirujanos por que tienen facilidad para ello? Diseñar no es ponerte con los “rotus” a pintar y colorear algo que quede bonito. En Diseño, antes que nada hay que tener una formación técnica y teórica, que permita al profesional proponer y asesorar a su cliente lo mejor en base a sus necesidades. Para diseñar hay que desarrollar un concepto y plasmar una idea original y en consonancia con la idea que se desea transmitir. Hoy en día, gracias a la facilidad que tenemos todos para acceder a las últimas herramientas y programas de edición de imágenes y diseño vectorial, cualquiera puede intentar hacer el trabajo de un diseñador con más o menos fortuna. Pero no te engañes, sólo un diseñador sabe crear ventajas de competitividad con su diseño, está al corriente de cómo se comunican los productos en el mercado al que está dirigido y es capaz de rentabilizar la inversión ahorrando tiempo en la ejecución y evitando futuras modificaciones y cambios en el diseño.
En definitiva, está demostrado que el diseño es una inversión que da beneficios y que para la obtención de un buen resultado hay que confiar siempre en un buen profesional.